Aunque en la actualidad se les llama a las personas que imparten conocimientos de diversas maneras como “maestros”, “profesores” o “pedagogos”, en la época del medioevo se les denomina “Intelectuales”. En el siglo XI se entrega a los intelectuales la «licencia docenti» de manos de los cancilleres organizados por la iglesia. Solo con dicha licencia se podía enseñar a otra personas una de las siete artes liberales, o en su defecto teología y derecho.

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Los intelectuales en las pequeñas republicas mercantiles italianas, mantienen un estatus de artesano, en donde su arte es vendido a quien tenga dinero y pueda comprar sus conocimientos. Muchas veces eran conocimientos secretos, puesto que podían ampliar de gran manera el margen de ganancias de los mercaderes que tomaban dichas clases. Esto nos indica que la educación impartida entre los mercaderes no era para todo el mundo, más bien dicha educación era reservada para sus hijos, manteniendo determinados secretos para hacer crecer sus negocios, no tendían a compartirse conocimientos más allá de los socios comerciales. El que tiene dinero busca guardar dicha información para sí mismo y aumentar sus ganancias.

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